Por Bertha Sola/Mayo Clinic
1 de cada 6 personas que toman anticoagulantes posiblemente no recibe la
dosis correcta.
Los
médicos deben brindar seguimiento regular a los pacientes.
Según un estudio de Mayo Clinic, entre los millones de estadounidenses que
toman anticoagulantes para fibrilación auricular, (enfermedad común del corazón
que se caracteriza por frecuencia cardíaca irregular y generalmente rápida),
casi 1 de cada 6 personas posiblemente no recibe la dosis recomendada
Aproximadamente 10% de los pacientes que toman estos fármacos para
fibrilación auricular también sufren de enfermedad renal grave y el estudio
publicado en la Revista del Colegio Americano de Cardiología descubrió que más
de 40% de ellos toma una dosis mayor de la recomendada, lo cual puede derivar
en fuerte riesgo de sangrado.
Además, entre los pacientes con enfermedad renal grave, 13%
posiblemente toma una dosis menor de la necesaria. En el caso de uno de los
medicamentos del grupo, el apixabán, la decisión de reducir su dosis
puede disminuir prevención contra accidentes cerebrovasculares.
“Los errores en la dosificación de estos anticoagulantes entre los
pacientes con fibrilación auricular son comunes y conllevan resultados
adversos”, comenta la Dra. Xiaoxi Yao, investigadora en ciencias de la
salud en Mayo Clinic y autora principal del trabajo.
No reducir la dosis en los pacientes con enfermedad renal grave
potencialmente aumenta el riesgo de sangrado, y disminuir innecesariamente la
dosis puede menguar la capacidad del fármaco de prevenir un accidente
cerebrovascular.
La investigación consideró a 14 mil 865 pacientes, entre octubre de
2010 y septiembre de 2015, que tomaban los antocoagulantes apixabán, daifatrán
o rivaroxabán. Los tres fármacos se administran con una dosis estándar en la
mayoría de los pacientes y en una dosis menor en quienes tienen problemas
renales. Los sujetos del estudio tomaban el fármaco debido a fibrilación
auricular, afección cardíaca relacionada con un riesgo cinco veces mayor de
sufrir un accidente cerebrovascular.
“La cantidad de pacientes que toma anticoagulantes ha disminuido
rápidamente desde la presentación de esta nueva clase fármacos en 2010”,
explica la Dra. Yao. Antes de esa fecha y desde la década de los años 50,
el fármaco normal era la warfarina que requiere control constante y
visitas al médico.
Los estudios anteriores demostraron que en hasta 90% de esos pacientes, los
anticoagulantes aportaron algún beneficio como terapia de por vida.
El presente estudio utilizó la bodega de datos de OptumLabs (base de datos
despersonalizados y vinculados con información clínica y reclamos
administrativos) y descubrió que 16% de los pacientes recibió una dosis que no
coincide con la clasificación de la Administración de Alimentos y Medicamentos
de Estados Unidos. Entre los pacientes con grave alteración renal, 43% recibió
la dosis estándar, la cual potencialmente era una sobredosis. Esa dosificación
excesiva se relacionó con mayor riesgo de sufrir un sangrado grande, pero no
hubo diferencia significativa en cuanto a prevenir accidentes cerebrovasculares.
Entre los pacientes sin enfermedad renal grave, 13% recibió una dosis
menor, que potencialmente era una dosis insuficiente. Esa dosificación
insuficiente se relacionó con un riesgo mayor de accidente cerebrovascular,
pero no hubo diferencia en el riesgo de sangrado para quienes consumen
apixabán. Tampoco hubo ninguna relación importante entre la dosificación
excesiva y los riesgos de sangrado en quienes consumían dabigatrán o
rivaroxabán.
“El estudio se llevó a cabo para resaltar la prevalencia en la práctica
clínica habitual de la dosificación inadecuada y sus correspondientes
resultados adversos. El estudio subraya la importancia de que los médicos
vigilen la función renal cuando seleccionan o ajustan las dosis”, comenta el
Dr. Peter Noawworthy, médico cardiólogo de Mayo Clinic y autor experto del
trabajo.
La dosificación de los anticoagulantes es compleja y existen muchos
factores que los proveedores de atención médica necesitan considerar al
recetarlos: deben sopesar las ventajas y las desventajas, así como tomar en
cuenta toda posible interacción medicamentosa, entre otros problemas.
Los investigadores también observan que, debido a que estos anticoagulantes
cumplen una función preventiva, si bien los proveedores de atención médica no pueden
asegurar si el medicamento previno un accidente cerebrovascular, sí pueden
vincular los eventos de sangrado a los fármacos. Esto puede hacer que algunos
proveedores de atención médica tengan cuidado al recetar una dosis menor.
“La dosificación excesiva es un problema bastante directo que puede
evitarse con controles regulares de la función renal. Sin embargo, la
dosificación excesiva es más compleja, pues estos medicamentos necesitan
encontrar un equilibrio entre la reducción de accidentes cerebrovasculares y el
riesgo de sangrado. Creo que los médicos generalmente optan por reducir la
dosis cuando anticipan que sus pacientes corren un riesgo de sangrado
particularmente elevado, sea cual sea la función renal”, dice el
Dr. Noseworthy.
En cuanto a los pacientes, estos deben asegurarse que los proveedores de
atención médica actualicen la información en sus expedientes médicos y la lista
de medicamentos, especialmente si acuden a varios proveedores de atención
médica en diferentes hospitales y clínicas.
“Los médicos también deben brindar seguimiento regular a los pacientes que
toman estos medicamentos para detectar cambios en la función renal y ajustar
las dosis según sea conveniente”, anota la Dra. Yao.