Por Isaac Torres Cruz
La UNAM encabeza el Laboratorio Nacional de Clima Espacial,
que monitorea de manera constante las zonas vulnerables. Este tipo de fenómenos
pueden alterar las telecomunicaciones.
En las redes sociales circula la siguiente fake news:
“Una fuerte tormenta magnética azotará todo el planeta el 18 de marzo”.
Científicos de la UNAM lanzaron la alerta, pero no sobre el fenómeno cósmico,
sino sobre el fenómeno desinformativo. Américo González Esparza, investigador
del Instituto de Geofísica de la UNAM, Unidad Michoacán, explica qué sucede en
el Sol y lo qué podría ocurrir o no.
En conferencia en el Auditorio Tlayolotl del Instituto de
Geofísica, en Ciudad Universitaria, el especialista explicó que las tormentas
solares son un fenómeno que debe de preocuparnos, pero no el que se desarrolla
en estos días, que ni siquiera debería de recibir el nombre de
“tormenta”.
El planeta tiene una coraza magnética que nos protege de las
tormentas solares, pero no es infalible, explica el científico. “Después de que
ocurre una tormenta solar en la superficie se puede generar una explosión
que emite un estallido de luz y una gigantesca nube de material que se propaga
en el espacio, la cual tarda entre uno y cuatro días en llegar a la
Tierra”.
Si la nube choca con el campo magnético de la Tierra, rompe
la coraza magnética del planeta y entran partículas de viento solar a la
atmósfera lo que genera, entre otras cosas, las auroras boreales que son
visibles en los polos.
Si el impacto es muy fuerte, el efecto en el campo magnético
es mayor y puede afectar las telecomunicaciones y los sistemas de
geoposicionamiento global y, en un caso extremo e intenso, hasta a los sistemas
de generación y distribución eléctrica. Ninguno de estos es el caso
actualmente.
“Una tormenta intensa puede afectar cuatro sectores críticos
para la sociedad moderna: la generación de energía eléctrica, la aviación, los
satélites y el geoposicionamiento global. En escalas mayores el problema
afectaría gran parte del planeta”. Desde el Laboratorio Nacional de Clima
Espacial (LANCE), el cual dirige Américo González, los científicos realizan
reportes semanales y ven cuál es la situación del Sol en este momento: se
encuentra “limpio”, sin las manchas solares donde se gestan las explosiones.
“La supuesta tormenta magnética a la que se hace alusión en
redes sociales no tiene que ver con una tormenta y explosión solar —las cuales
no se pueden predecir—. Lo que sucede es que en este momento el Sol tiene en su
superficie unas estructuras que regularmente permanecen por varios meses”.
Estas estructuras, explica, son regiones oscuras llamadas hoyos coronales, de
los cuales salen chorros de partículas y viento solar que se propaga en el
espacio; el Sol, al rotar, cambia la posición de estas manchas, una de las
cuales ahora apunta hacia la Tierra. “Las partículas arrojadas pueden
interactuar con el campo magnético de la Tierra, pero no son eventos explosivos
porque no son producidos por una tormenta solar, sino por una estructura en la
superficie del Sol que no tiene efectos tan dañinos como éstas”.
LA GRAN TORMENTA. Las tormentas solares son una
explosión en la superficie del Sol donde ocurren varios fenómenos, uno de los
cuales es la emisión de luz muy intensa, que tarda cerca de ocho minutos en
alcanzar a la Tierra, la cual es absorbida por la capa alta de la atmósfera
(ionósfera) que es fundamental para el funcionamiento de las
telecomunicaciones. Estas explosiones intensas son llamadas fulguración y
afecta a la ionósfera por lo que genera perturbaciones importantes en las
telecomunicaciones, las cuales pueden durar minutos u horas, explica el
científico. “Éstas afectan constantemente a nuestro país, por lo que debemos
hacer un monitoreo constante”.
De regreso al Sol. Cuando ocurre una explosión, después de
que se dispara este tipo de luz es expulsada una nube de material que no viaja
tan rápido, a uno o dos mil kilómetros por segundo y tarda de uno a cuatro días
en llegar a la Tierra. “Éstas son más peligrosas, si impactan en la Tierra
coraza magnética del planeta”.
En el mundo el interés y preocupación por este tipo de
fenómenos ha crecido. Al final de su segundo periodo como presidente de EU,
Barack Obama, anunció haber dado instrucciones por mandato presidencial para
preparar a su país ante la llegada de una posible tormenta solar. Otros países
han seguido políticas de protección civil similares.
En 1859, una tormenta solar impactó la Tierra y ha sido la
más potente registrada en la historia de la humanidad. Llamado evento
“Carrington”, en alusión a Richard Carrington, su descubridor, causó auroras
boreales que se pudieron ver hasta territorio mexicano. “En esa época no había
el desarrollo de las telecomunicaciones que tenemos hoy en día, por lo que
ahora todos estos son muy susceptibles. Por eso hay que estar
prevenidos”.
En 1989, en una provincia de Quebec el efecto fue menor,
pero propició un gran apagón que permaneció por horas. De nuevo, para entonces
el desarrollo de las telecomunicaciones no era tan avanzados como hoy en día.
En 2012, un satélite espacial detectó en el medio interplanetario una nube que
habría producido un evento de Carrington en el planeta. Cerca la bala.
En en caso de un escenario extremo, no sería fácil
sobreponerse a una afectación en la producción de energía de gran escala,
señala el científico. “Un estudio en EU estima que este país tardaría en
recuperarse 10 años para restablecer su red eléctrica”.
En México también se elaboró un plan para prevenir este tipo
de fenómenos, con las modificaciones a la Ley general de Protección Civil, en
2014, que incluyen fenómenos astronómicos, entre estos tormentas magnéticas y
solares. “Dentro de esto hay un mandato especial al Cenepred y la Agencia
Espacial Mexicana para elaborar políticas de prevención de este tipo de
fenómenos astronómicos”.
Adicionalmente, en 2014 se creó el Servicio de Clima
Espacial del Instituto de Geofísica de la UNAM, el cual colabora con otros
centros como el Servicio Sismológico Nacional: utilizan sus estaciones GPS para
mapear perturbaciones que ocurren en la atmósfera alta, capa importante porque
permite conocer la confiabilidad de telecomuncaciones.
Además, la UNAM, junto con la Universidad Autónoma de Nuevo
León (UANL), con fondos de Conacyt, han creado una red para monitorear esta
actividad y así identificar los sitios más vulnerables del país. Actualmente,
desarrollan el “Manual de gestión de desastres de clima espacial”, que será
publicado por la Secretaría de Gobernación con el objetivo de preparar al país
ante estos fenómenos, refiere el científico.