miércoles, 14 de marzo de 2018

México se prepara para enfrentar los efectos de tormentas solares



Por Isaac Torres Cruz
La UNAM encabeza el Laboratorio Nacional de Clima Espacial, que monitorea de manera constante las zonas vulnerables. Este tipo de fenómenos pueden alterar las telecomunicaciones.

En las redes sociales circula la siguiente fake news: “Una fuerte tormenta magnética azotará todo el planeta el 18 de marzo”. Científicos de la UNAM lanzaron la alerta, pero no sobre el fenómeno cósmico, sino sobre el fenómeno desinformativo. Américo González Esparza, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, Unidad Michoacán, explica qué sucede en el Sol y lo qué podría ocurrir o no. 
En conferencia en el Auditorio Tlayolotl del Instituto de Geofísica, en Ciudad Universitaria, el especialista explicó que las tormentas solares son un fenómeno que debe de preocuparnos, pero no el que se desarrolla en estos días, que ni siquiera debería de recibir el nombre de “tormenta”. 
El planeta tiene una coraza magnética que nos protege de las tormentas solares, pero no es infalible, explica el científico. “Después de que ocurre una tormenta solar en la superficie  se puede generar una explosión que emite un estallido de luz y una gigantesca nube de material que se propaga en el espacio, la cual tarda entre uno y cuatro días en llegar a la Tierra”. 
Si la nube choca con el campo magnético de la Tierra, rompe la coraza magnética del planeta y entran partículas de viento solar a la atmósfera lo que genera, entre otras cosas, las auroras boreales que son visibles en los polos. 
Si el impacto es muy fuerte, el efecto en el campo magnético es mayor y puede afectar las telecomunicaciones y los sistemas de geoposicionamiento global y, en un caso extremo e intenso, hasta a los sistemas de generación y distribución eléctrica. Ninguno de estos es el caso actualmente. 
“Una tormenta intensa puede afectar cuatro sectores críticos para la sociedad moderna: la generación de energía eléctrica, la aviación, los satélites y el geoposicionamiento global. En escalas mayores el problema afectaría gran parte del planeta”. Desde el Laboratorio Nacional de Clima Espacial (LANCE), el cual dirige Américo González, los científicos realizan reportes semanales y ven cuál es la situación del Sol en este momento: se encuentra “limpio”, sin las manchas solares donde se gestan las explosiones. 
“La supuesta tormenta magnética a la que se hace alusión en redes sociales no tiene que ver con una tormenta y explosión solar —las cuales no se pueden predecir—. Lo que sucede es que en este momento el Sol tiene en su superficie unas estructuras que regularmente permanecen por varios meses”. Estas estructuras, explica, son regiones oscuras llamadas hoyos coronales, de los cuales salen chorros de partículas y viento solar que se propaga en el espacio; el Sol, al rotar, cambia la posición de estas manchas, una de las cuales ahora apunta hacia la Tierra. “Las partículas arrojadas pueden interactuar con el campo magnético de la Tierra, pero no son eventos explosivos porque no son producidos por una tormenta solar, sino por una estructura en la superficie del Sol que no tiene efectos tan dañinos como éstas”. 
LA GRAN TORMENTA. Las tormentas solares son una explosión en la superficie del Sol donde ocurren varios fenómenos, uno de los cuales es la emisión de luz muy intensa, que tarda cerca de ocho minutos en alcanzar a la Tierra, la cual es absorbida por la capa alta de la atmósfera (ionósfera) que es fundamental para el funcionamiento de las telecomunicaciones. Estas explosiones intensas  son llamadas fulguración y afecta a la ionósfera por lo que genera perturbaciones importantes en las telecomunicaciones, las cuales pueden durar minutos u horas, explica el científico. “Éstas afectan constantemente a nuestro país, por lo que debemos hacer un monitoreo constante”. 
De regreso al Sol. Cuando ocurre una explosión, después de que se dispara este tipo de luz es expulsada una nube de material que no viaja tan rápido, a uno o dos mil kilómetros por segundo y tarda de uno a cuatro días en llegar a la Tierra. “Éstas son más peligrosas, si impactan en la Tierra coraza magnética del planeta”. 
En el mundo el interés y preocupación por este tipo de fenómenos ha crecido. Al final de su segundo periodo como presidente de EU, Barack Obama, anunció haber dado instrucciones por mandato presidencial para preparar a su país ante la llegada de una posible tormenta solar. Otros países han seguido políticas de protección civil similares. 
En 1859, una tormenta solar impactó la Tierra y ha sido la más potente registrada en la historia de la humanidad. Llamado evento “Carrington”, en alusión a Richard Carrington, su descubridor, causó auroras boreales que se pudieron ver hasta territorio mexicano. “En esa época no había el desarrollo de las telecomunicaciones que tenemos hoy en día, por lo que ahora todos estos son muy susceptibles. Por eso hay que estar prevenidos”. 
En 1989, en una provincia de Quebec el efecto fue menor, pero propició un gran apagón que permaneció por horas. De nuevo, para entonces el desarrollo de las telecomunicaciones no era tan avanzados como hoy en día. En 2012, un satélite espacial detectó en el medio interplanetario una nube que habría producido un evento de Carrington en el planeta. Cerca la bala.
En en caso de un escenario extremo, no sería fácil sobreponerse a una afectación en la producción de energía de gran escala, señala el científico. “Un estudio en EU estima que este país tardaría en recuperarse 10 años para restablecer su red eléctrica”. 
En México también se elaboró un plan para prevenir este tipo de fenómenos, con las modificaciones a la Ley general de Protección Civil, en 2014, que incluyen fenómenos astronómicos, entre estos tormentas magnéticas y solares. “Dentro de esto hay un mandato especial al Cenepred y la Agencia Espacial Mexicana para elaborar políticas de prevención de este tipo de fenómenos astronómicos”. 
Adicionalmente, en 2014 se creó el Servicio de Clima Espacial del Instituto de Geofísica de la UNAM, el cual colabora con otros centros como el Servicio Sismológico Nacional: utilizan sus estaciones GPS para mapear perturbaciones que ocurren en la atmósfera alta, capa importante porque permite conocer la confiabilidad de telecomuncaciones.
Además, la UNAM, junto con la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), con fondos de Conacyt, han creado una red para monitorear esta actividad y así identificar los sitios más vulnerables del país. Actualmente, desarrollan el “Manual de gestión de desastres de clima espacial”, que será publicado por la Secretaría de Gobernación con el objetivo de preparar al país ante estos fenómenos, refiere el científico.