El festival
CEME DOC presenta en la Ciudad de México un documental que sigue los pasos del
fotógrafo checo en su recorrido por la valla que separa Israel de Palestina
Víctor Unsón
El País
México
Fotograma del documental
'Koudelka: shooting holy land'
Todos los
muros comparten una misma función: separar. Sirven
como división entre países, en ocasiones entre religiones o etnias y en otros casos entre la riqueza y la pobreza. Aíslan, rompen relaciones
personales y fisuran sociedades. Barreras impenetrables que acaban formando
parte del paisaje. "En Israel puedes vivir a 15 kilómetros del muro y no
haberlo visto nunca. Se trata de una realidad a la que, desde pequeño, te
insisten en que no mires”, cuenta el director israelí Gilad Baram.
Este joven
cineasta ha agarrado una cámara y ha acompañado al fotógrafo checo Josef Koudelka en su recorrido por
el muro que separa Israel de Palestina. Un viaje por una cicatriz de más de 700
kilómetros que todavía sangra. Desde allí, retrata la frontera de hormigón a
través del documental Koudelka: shooting Holy Land (Koudelka
disparando en Tierra Santa) en el que muestra el proceso creativo del
reportero que inmortalizó la Primavera de Praga, que tuvo que dejar su país y
que acabó convertido en un nómada con una cámara de fotos.
"Evidentemente
estoy en contra de los muros. Pero este es brutalmente espectacular", dice
con ironía Koudelka en el documental. Se adentra en territorio en conflicto, en
zona militar, para retratar el hormigón y la valla coronada con alambre de
espino erigida por Israel frente a Cisjordania.
“El impacto
que sobre la gente genera un muro es parecido en todas partes. Bloquean tu
estilo de vida, el paso para ver a tu familia o ir al trabajo. Las razones para
construirlo suelen ser diferentes, aunque todos ellos son usados por las
autoridades para separar y controlar. México experimenta una situación parecida
en sus fronteras. No solo en la norte con Estados Unidos, sino también en la
sur con Centroamérica”, señala el director.
Baram
presenta por primera vez en México, Koudelka: shooting holy land. Lo hará
en la cuarta edición de
CEME DOC, un festival de cine documental que reúne desde este martes y
hasta el próximo 21 de noviembre en la Ciudad de México 14 largometrajes que
hablan de migraciones, exilio y fronteras.
"Se
trata de cine, no para verlo, sino para pensarlo", asegura el director
artístico de CEME DOC, Jorge Moreno, en la presentación. Un certamen que busca
derribar muros en un país, cercado por uno en su frontera norte y transformado
en refugio, a lo largo de la historia, por numerosos exiliados.
Largometrajes
que retratan la migración como una tragedia pero también como un
encuentro, que se adentran en la construcción de la identidad en tierra
extranjera (El futuro perfecto o Home, el país de la ilusión) y
que se acercan a “la guerra, desde la ruina, los drones y los niños que juegan
entre las bombas (300 miles y Find Fix Finish)”, cuenta Moreno. 14
documentales que han pasado por festivales como Locarno, Berlín o Rotterdam y
que han sido seleccionadas entre los más de 740 que se presentaron en esta
edición.
El
sincretismo que genera la llegada de un japonés a territorio indígena en Oaxaca
(México) sirve de argumento para Takeda. La ópera prima del mexicano
Yaasib Vázquez servirá para inaugurar CEME DOC y dar pie a un coloquio entre la
periodista Carmen Aristegui y el director del documental este martes en el
Centro Cultural de España en México.
Bajo el
hashtag #CineVsFronteras, este certamen -organizado por el Centro de
migraciones y exilios de la UNED- retrata a los que huyen y también a los que
llegan. Viaja hasta el exilio y se adentra en algunos conflictos armados. Un
cine, en definitiva, que “trata de tender puentes en medio de fronteras y
enlazar pueblos de diferentes latitudes con las mismas problemáticas”, sostiene
Moreno

