La situación política y económica, el desarrollo de
habilidades y la infraestructura de Tecnologías de la Información son los
rubros en los que México sale mejor parado para enfrentar la adopción del
Internet de las Cosas (IoT).
Rodrigo Riquelme
El Economista
Foto: ShutterstocK
La situación política y económica, el desarrollo de
habilidades y la infraestructura de Tecnologías de la Información son los
rubros en los que México sale mejor parado para enfrentar la adopción del
Internet de las Cosas (IoT), un mercado que a nivel nacional alcanzó en
2016 un valor de 3,300 millones de dólares y
cuyas principales barreras en México son la adopción de tecnología por
parte de las empresas y la adecuación de su marco regulatorio.
A nivel global, se espera que para el 2020 existan 26,000
millones de dispositivos conectados a Internet, que es la definición
más básica del IoT, es decir que los vehículos, las máquinas de la industria y
otros elementos electrónicos están conectados entre sí a través de una misma
red o de varias distintas por la cual intercambian información. El principal
atractivo de esta tecnología es que permite la optimización de los recursos
físicos y financieros de cualquier sistema.
México adolece en prácticamente todos los factores que
facilitan el desarrollo del IoT. El país se encuentra a medio camino en todos
los indicadores analizados para realizar el índice de desarrollo de soluciones
IoT en los países latinoamericanos, elaborado por la consultoría Deloitte por
encargo del Centro de Estudios de Telecomunicaciones de América Latina
(Cet.la).
Con una puntuación de 3.65, el país ocupa la cuarta posición
en América Latina dentro del índice, detrás de Chile (4.43), Costa Rica (3.90)
y Brasil (3.78) y apenas rebasa la media de la región (3.60) cerca de Argentina
(3.59) y Colombia (3.55).
México se aleja aún más de sus colegas de la OCDE, como
Estados Unidos, España, Estonio y República Checa, que en su mayoría obtuvieron
calificaciones superiores a los 4.5 puntos.
Según cifras de IDC publicadas por 5G Américas, en 2016, el
mercado de IoT en México alcanzó un valor de alrededor de 3,300 millones de
dólares, esto dio al país 0.41% de participación en el mercado mundial, que
registró un valor de 812,000 millones de dólares en aquel año, con Estados
Unidos y China como los gigantes de esta tecnología.
De acuerdo con el estudio de Cet.la, “México se presenta
como ejemplo de país en la región” debido sobre todo a que el Instituto Federal
de Telecomunicaciones incluyó en su Programa Anual de Trabajo 2017 acciones
como la realización de una consulta pública sobre la atribución de las
frecuencias que se ubican en el rango de los 24.25 y los 86 GHz, llamadas también
bandas altas o milimétricas, las cuales favorecen el acceso de aplicaciones de
Internet de las Cosas y la introducción de la red 5G.
El instituto también programó la creación de un catálogo de
dispositivos IoT y la realización de dos estudios: uno sobre la estrategia
regulatoria para fomentar el desarrollo de IoT en México, el cual serviría para
el diseño de un mapa de las directrices regulatorias que puede seguir el
regulador para fomentar el desarrollo del IoT en el mediano y el largo plazo, y
otro que debe incluir el impacto de servicios IoT en
las redes de los proveedores de
servicios de Internet. Ninguno de estos documentos ha sido
difundido por el instituto.
“México debe realizar un esfuerzo extra para desarrollar una
regulación más actual, que sirva como
base para la innovación y la
digitalización de las empresas”, refiere el reporte.
Si bien en aspectos como el despliegue de infraestructura
(4.05), capacidad de innovar (4.10), situación política y económica (4.44) y
habilidades (4.16), el país supera la media de los países de América Latina, la
adecuación de un marco regulatorio adecuado para el desarrollo del IoT (2.40) y
la adopción de estas tecnologías por parte de la industria (2.87) son lastres
que han impedido que el país se coloque al frente de la región.
En este sentido, el reporte indica que la principal
fortaleza del país se observa en el uso que hace la población de las
tecnologías, frente a la barrera regulatoria la cual se ve reflejada en el
tiempo que toman los procesos burocráticos y la adopción de normas nacionales
oficiales en la materia y a la falta de adopción de tecnologías como la nube
por parte de las empresas, una tendencia que se observa en todo el continente
latinoamericano.