La Brecha de Guerrero tiene preocupados a los científicos
que se encargan de investigar las recurrencias sismológicas. ¿Pero qué es esta
brecha y por qué es potencialmente peligrosa?
La Brecha de Guerrero está situada en una región ubicada
entre Zihuatanejo y Acapulco. Ha tenido su último gran movimiento en 1911 y,
desde entonces, ha sido estudiada porque se teme que puede ocurrir otro gran
sismo ahí.
Es complejo hablar de ese temblor pues no hay mucha
información sobre el temblor que ocurrió hace más de 100 años en la Brecha de
Guerrero: en ese entonces no existía el sismógrafo y sólo hay algunos reportes
sobre la localización del temblor.
Ahora, la pregunta que está en la boca de todos es si esta
brecha puede ser todavía peligrosa y si se puede generar un nuevo gran sismo en
la Brecha de Guerrero.
Hace un año, con motivo del sismo del 19 de septiembre, Raúl
Valenzuela, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), explicó que el período de inactividad en la Brecha
de Guerrero es suficientemente largo para temer que ahí se genere un sismo
importante. Sin embargo, como todos saben, los temblores no pueden predecirse.
Valenzuela también señaló que es difícil predecir si existe
algún intervalo de recurrencia sísmica en la zona por la falta de archivos. Si
existieran suficientes intervalos de recurrencia, se podría medir la energía
acumulada en la Brecha de Guerrero, mediante un método que han desarrollando
científicos mexicanos y japoneses. Esta investigación podría brindar más
claridad a la incertidumbre sobre la posibilidad de que ocurra o no un gran
sismo en un futuro no muy lejano.
Para Miguel Ángel Santoyo, sismólogo del Instituto de
Geofísica de la UNAM, existe una posibilidad de que la Brecha de Guerrero
presente deslizamientos asísmicos. Este tipo de movimientos entre las placas
Norteamericana y de Cocos sucede de forma muy lenta y, aunque no produce
terremotos, sirve para relajar la presión tectónica:
“Un sismo se produce cuando ese deslizamiento ocurre en
pocos segundos; por otra parte, un deslizamiento asísmico se generaría a lo
largo de dos o tres meses, liberando la misma cantidad de energía pero
gradualmente”.
Para determinar el nivel de riesgo en los deslizamientos
sísmicos y asísmicos de la Brecha de Guerrero, se han colocado distintos
sensores que miden movimiento, sismógrafos de banda ancha y tecnología de GPS
de alta precisión tanto en tierra como en el fondo marítimo.
Aunque, como dijimos, es imposible predecir un sismo, los
datos de estos estudios nos acercarán más a saber si hay suficiente energía
acumulada en la Brecha de Guerrero como para provocar un temblor de magnitud
considerable o si los deslizamientos asísmicos segurián retrasando su llegada.