Samir Flores
La actual
campaña electoral para la alcaldía de Los Cabos está siendo testigo de una
preocupante crisis de comunicación en el seno de la candidatura de Cristian
Agúndez Gómez. Esta crisis, caracterizada por la soberbia, la ineptitud y la
incompetencia, está poniendo en riesgo las aspiraciones del candidato y, lo que
es más grave, refleja un profundo malestar en el seno de nuestra clase política.
El
nombramiento de Coral Valencia, una persona sin experiencia en comunicación
política, como principal responsable de la comunicación de la campaña de
Agundez, es un claro síntoma de la deriva hacia la que se dirige nuestra
política. La improvisación y la falta de profesionalismo están sustituyendo a
la planificación y la estrategia, lo que está teniendo consecuencias nefastas
para la imagen del candidato.
La
comunicación social es un pilar fundamental en cualquier campaña electoral. Es
el medio a través del cual el candidato se conecta con los votantes, transmite
sus propuestas y construye su imagen pública. Una mala gestión de la
comunicación puede tener consecuencias desastrosas, como estamos viendo en el
caso de Agundez.
La crisis de
comunicación en la campaña de Agundez no es un hecho aislado. Es un reflejo del
deterioro generalizado de nuestra clase política. La soberbia, la ineptitud y
la incompetencia se están convirtiendo en moneda común entre nuestros
representantes, lo que está llevando a una pérdida de confianza por parte de la
ciudadanía.
Es hora de
que nuestros políticos se den cuenta de que la comunicación es un asunto serio
que requiere de profesionales cualificados. La improvisación y la falta de
planificación no tienen cabida en la política moderna. Si queremos recuperar la
confianza de los ciudadanos, debemos exigir a nuestros representantes que se
tomen en serio la comunicación y que inviertan en ella los recursos necesarios.
El futuro de
nuestra democracia depende de ello.