Edmundo Enciso Villarreal alerta sobre los efectos
devastadores de la medida de Estados Unidos y propone acciones urgentes para proteger
sectores clave como la industria automotriz y la construcción, entre otros.
Ciudad de México, 14 de febrero de 2025.- La imposición de
un arancel del 25% a partir del próximo 12 de marzo a las exportaciones
mexicanas de acero y aluminio por parte de Estados Unidos se perfila como una
amenaza real a nuestra economía, como ya ocurrió durante el primer mandato de
Donald Trump en 2018, medida que tuvo efectos significativos, especialmente en
la industria manufacturera, el comercio internacional y las relaciones
bilaterales entre México y su principal socio comercial.
Pese a que no es una medida sólo contra México, sino a todas
las importaciones de acero y aluminio que el vecino país realice desde el
extranjero, los efectos que experimentamos en aquel 2018 no deben ser
subestimados, pues al generar un incremento en los costos de producción de
sectores clave como la industria automotriz, la construcción y la manufactura
en general, se incrementa el precio final de los productos y se comprometen las
cadenas de suministro, destacó Edmundo Enciso Villarreal, presidente de las
Comisiones de Nearshoring y Comercio Exterior de la Coparmex Ciudad de México y
de Enlace Legislativo de la AAADAM (Asociación de Agentes Aduanales de Aduanas
Metropolitanas, Ciudad de México).
La importancia estratégica de estos materiales para nuestra
economía y para sectores como la industria automotriz, es que generó más de 4
millones de vehículos y exportó el 80% de su producción, en su mayoría a
Estados Unidos durante el año pasado. Un aumento en el precio del acero,
derivado de la aplicación de estos aranceles, pondría en peligro miles de
empleos y podría afectar la competitividad de nuestra manufactura. Igualmente,
la industria de la construcción, que representa el 6.8% del PIB nacional, se
vería gravemente afectada por el encarecimiento de los materiales de
construcción.
Para Enciso Villarreal la industria automotriz mexicana
quedaría en riesgo ante tal medida porque los componentes de un automóvil
pueden cruzar la frontera entre México y Estados Unidos ocho veces y en
contadas ocasiones llega a duplicarse antes de que el vehículo final sea
ensamblado y vendido, debido a la compleja integración de la industria en
América del Norte, donde las piezas y subconjuntos se fabrican en diferentes
plantas en ambos países antes de llegar a la línea de ensamblaje final.
Algunos ejemplos incluyen motores y transmisiones que se
ensamblan en México y luego se envían a EE.UU. para su integración; chasis y
carrocerías que cruzan de un país a otro para su estampado, pintado o
ensamblado, así como componentes electrónicos, como tableros y sensores, que
pueden moverse varias veces entre plantas especializadas. Este dinamismo es
posible gracias al T-MEC, que permite el libre flujo de autopartes y componentes
sin aranceles, siempre y cuando cumplan con las reglas de origen del
tratado.
El agente aduanal destacó que es importante recordar que
durante la primera administración del presidente Trump, “la imposición de
aranceles a principios de 2018 llevó a respuestas de represalia por parte de
países como México, Canadá y la Unión Europea, quienes aplicaron aranceles a
productos estadounidenses”. A pesar de que México y Canadá lograron la
eliminación de los aranceles en 2019 como parte del Tratado entre México,
Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el daño ya estaba hecho porque muchas
industrias mexicanas enfrentaron meses de incertidumbre y costos operativos más
altos, lo que dañó su competitividad en el mercado global.
Si esta medida es reimplementada en 2025, México se verá
nuevamente ante la necesidad de una negociación urgente y efectiva para
proteger a su sector manufacturero porque, a pesar de las dificultades, es
fundamental plantear una estrategia clara que permita al país reducir su
vulnerabilidad ante estas decisiones unilaterales de Estados Unidos, a la vez
que se debe ser consciente de que la dependencia comercial de México de un solo
país no debe ser una opción a largo plazo.
La diversificación de mercados es una de las estrategias
clave para el futuro, advirtió el experto en comercio exterior, ya que actualmente,
el 80% de nuestras exportaciones dependen de Estados Unidos, lo que hace que
nuestra economía esté en una situación de alto riesgo ante cualquier cambio en
sus políticas comerciales, como ocurre hoy. “Es necesario fortalecer las
relaciones comerciales con otras regiones, como Asia, Europa y Sudamérica.
Asimismo, se debe promover la inversión en la industria siderúrgica nacional
que, aunque produce cerca de 18 millones de toneladas de acero anualmente,
sigue dependiendo de importaciones”.
La innovación tecnológica, la automatización de procesos y
la promoción de cadenas de suministro regionales también son medidas cruciales
para mejorar nuestra competitividad y reducir costos. Además, México debe
adoptar una diplomacia comercial proactiva, anticipándose a los cambios
políticos y buscando acuerdos estratégicos con aliados comerciales, destacó el
experto agente aduanal.
“Es vital que tanto el gobierno de México como los empresarios
tomen decisiones informadas y se preparen para enfrentar estos desafíos”,
agregó Edmundo Enciso, quien considera que la oportunidad está en nuestras
manos para consolidar una economía más independiente, estable y competitiva en
el contexto global. “México no puede seguir siendo rehén de la incertidumbre
generada por políticas externas. La clave está en fortalecer nuestras bases
industriales, diversificar nuestros mercados y estar siempre preparados para
adaptarnos y negociar ante un entorno internacional cambiante”, finalizó.