Por Isaac Torres Cruz en Monterrey
Las nuevas tendencias en educación transforman el papel de
las universidades, señala Salvador Alva, presidente del Tec de Monterrey. “Al
futuro no le importará cómo te hiciste experto”.
El Cuarto Congreso Internacional de Innovación Educativa se
inauguró ayer en el Tec de Monterrey.
La inteligencia artificial es cada vez más inteligente y si
algún día supera a la humana, ¿cuál será el rol del hombre? Si el mundo cada
vez se automatiza más, ¿qué trabajos desempeñarán las personas? Y más aún ¿qué
significa vivir en un mundo ineficiente donde predomina el egoísmo, la
desconfianza y la falta de sustentabilidad? ¿Cuál es el papel de las
universidades en un mundo que no funciona?, ¿acaso lo están planteando y
cuestionando? Y a todo esto, ¿para qué sirve la universidad?
Estos planteamientos son pertinentes si se considera que el
mundo está cambiando o que ya cambió, refiere Salvador Alva, presidente del Tec
de Monterrey, quien dentro de una batería de preguntas arroja otras más: ¿las
universidades preparan a personas libres para vivir en un mundo que no
eligieron? Éstas, ¿fomentan el florecimiento humano? ¿Preparan para el trabajo
o para vivir?, ¿para ser feliz o tener éxito?
Los planteamientos no son existenciales, sino más prácticos
de lo que aparentan bajo el argumento de que las universidades tienen la
obligación de estar por delante del pensamiento de la sociedad, trascendiendo
paradigmas, refirió Alva.
Durante su conferencia que inauguró el Cuarto Congreso
Internacional de Innovación Educativa, que se realiza en el Tec, campus
Monterrey, cuestionó el papel de las universidades frente a un sistema
socieconómico mundial que ya no funciona, pero que ha dejado muchos problemas y
secuelas que sólo resolverán los jóvenes. Para explicar el rol de las
universidades hoy en día, expuso cinco tendencias con miras hacia el 2030,
algunas de las cuales están ocurriendo ya.
ESCENARIO. En un mundo hiperconectado, la fuerza del
mundo ya no se encuentra en los países, sino en las empresas, puesto que el
comercio no es regulado por las fronteras. Amazon es un ejemplo, dijo, puesto
que tiene un valor mayor que todo el comercio de EU junto —Walt Mart apenas
vale un 30 por ciento de ese total—. Otro ejemplo: Apple, la empresa de mayor
valor en el mundo, vale casi un billón de dólares, poco menos que el valor de
la economía mexicana. El desarrollo de plataformas globales y bajos costos de
la mano de obra significan así una ventaja competitiva, lo que es una gran
oportunidad para los países emergentes, añadió.
Por otra parte, el mundo será más compartido, y la confianza
será definida por los clientes y no por las instituciones. Ese emprendimiento
generará máquinas y algoritmos más confiables que las personas en el poder y
toma de decisión. Una tercera tendencia, dijo el presidente del Tec, es que la
urbanización acelerada detona a las ciudades como centros de innovación, por lo
que éstas serán comunidades de aprendizaje donde las universidades deben
abrirse a este dinamismo.
Otra tendencia más es que si la enseñanza debe ser de por
vida y no sólo la que se especializa en la universidad, ¿quién certificará esas
competencias? Los retos que enfrenta la humanidad hoy en día, como el cambio
climático, marginación, extremismo y corrupción en el mundo, no serán resueltos
por métodos tradicionales en los salones de clases. Los títulos tradicionales
serán insuficientes para demostrar una competencia.
Finalmente, el empleo de las nuevas tecnologías, apuntó, ya
está transformando la manera en que aprenden los jóvenes. La encuesta 2016 del
Instituto del Futuro —de Silicon Valley— refiere que 82 por ciento ha utilizado
YouTube en su aprendizaje, 65 por ciento ha empleado una app, 48 por ciento ha
recibido algún certificado digital y 12 por ciento ya utiliza la realidad
aumentada para propósitos educativos.
“Al futuro no le importará cómo te hiciste experto.
Entonces, serán nuevas plataformas las que califiquen a las personas y no las
universidades”. Es por ello que se abre una gran oportunidad de crear un modelo
de aprendizaje cuya membresía sea para toda la vida, añadió.
Estos son los atisbos de la educación encaminada a un
renacimiento de la humanidad, una más libre de los paradigmas que predominaron
durante el siglo XX, una que aspire a la plenitud. “Hoy vivimos angustiados,
buscando un futuro sin vivir el presente y, para cuando lo encuentres, la vida
se habrá acabado”. Y lo anterior, ¿lo están planteando las universidades a sus
alumnos?