By Ana
Mera
Un adolescente de mente despierta e inquieta, con una gran
capacidad de análisis para las matemáticas y las ciencias tecnológicas. Desde
pequeño su gran pasión fueron las cifras, los edificios, cuánto más altos
mejor, y los mapas.
Sólo necesita dos segundos para entender un problema
matemático. Sin embargo, es incapaz de estar leyendo más de media hora. Le
cuesta seguir el hilo, la trama de las historias. Las asignaturas que requieren
de lectura y estudio concienzudo le aburren.
Su hermana es una devoradora de libros y odia las
matemáticas. Tiene una sensibilidad increíble para escribir, para la música, y
por su timidez, disfruta de todas esas actividades que le permiten
introspección.
Ambos están deseando dejar atrás aquello que no les interesa
y empezar a poner todo su empeño en lo que les apasiona y a lo que, de mayores,
se quieren dedicar.
Les decimos a los adolescentes que es importante leer, conocer
nuestra historia, la música, la literatura. Un arquitecto deberá ser
conocedor de un amplio lenguaje técnico pero también deberá reunirse con clientes
u otros colegas, de forma que también se valorará en él que sea un buen
conversador. Es importante para cualquier profesión aprender a
sociabilizar y empatizar. Muchos son ya los que reivindican más educación
emocional en nuestras escuelas.
Sin embargo, no a todos los estudiantes les gusta leer. Hoy
en día, con internet, tienen acceso a mucha información y, sin darse cuenta,
leen. Pero leen artículos de aquello que les interesa, noticias sobre temas de
actualidad, revisan la historia o la música. Y, por qué no decirlo, consideran
que tienen el mundo en sus manos a un solo click.
Nuestro sistema educativo se está quedando obsoleto ante
esto. Les damos a los niños fechas inconexas, datos… De cada escritor, por
ejemplo, deben aprenderse su biografía. Creo que sería mucho más fácil para
ellos entender esa biografía y contextualizarla que aprenderla de
memoria. Tal vez si les decimos que Machado, al nacer en tierras de
Castilla, supo plasmar en su obra sus paisajes, captarían la esencia del
mensaje. O que Picasso vivió la Guerra Civil y por eso pintó una de sus grandes
obras maestras, el Guernica, del cual conmemoramos este año su 80 aniversario. Si
entrelazáramos las asignaturas, si les diéramos un sentido y un objetivo, si
supiéramos darles el nivel adecuado para que todos los alumnos se emocionaran
con ellas y captáramos su atención, el abandono y fracaso escolar sería
inferior.
Como dice una certera ilustración, un elefante no será capaz
de escalar un árbol, tampoco un pez. Y es así como nuestros políticos diseñan
la educación. A su medida, utilizándola para sus propios fines e ideologías y
tratando a todos los alumnos bajo el mismo patrón.
La educación deberían dejarla a los educadores, profesores,
pedagogos, padres e incluso a los alumnos. El debate es largo y extenso. Son
muchas las sensibilidades y muchos los perfiles. Pero el sistema educativo debe
estar por encima de cualquier gobierno y no cambiarlo cada vez que hay nuevas
elecciones.
¿Por qué esperar al bachillerato para dejarles elegir, para
que hagan lo que de verdad les gusta? Por otro lado, las notas, las
calificaciones, sólo sirven para despertar en los niños el espíritu competitivo
(tienes que ser el mejor) y dejar atrás a alumnos muy brillantes a los que no
hemos sabido motivar adecuadamente.
En cuanto a la lectura, muchos de ellos la relacionan con
tener un libro entre las manos y normalmente, un libro que el profesor ha
escogido para toda la clase sin tener en cuenta la elección que haría cada uno.
Y de ese libro tendrán su correspondiente examen. Así es complicado que a
aquellos que dicen “no me gusta leer” los convenzamos de lo contrario. Los
libros son ventanas al mundo, a muchos mundos, sólo hay que encontrar cuál es
la ventana a la que ellos desean asomarse y dejar que se asomen…