miércoles, 30 de agosto de 2017

Asteroide pasará tan cerca de la Tierra que podrá ser estudiado con radares


Por Isaac Torres Cruz

Su observación generará conocimiento para prepararse contra los que colisionarían contra el planeta. Florence “rozará” el viernes nuestro mundo, pero no representa peligro alguno, señalan los especialistas.
Recreación artística del Cinturón de asteroides, de donde proviene la mayoría de estas rocas.

ara Florence Nightingale, dios había creado la “enfermedad de las miasmas” para que el hombre conociera las causas de su padecimiento a través de la observación y prevenir así su reaparición mediante la organización del entorno. Creía, por consiguiente, que las enfermeras, al encargarse de la higiene, tenían una oportunidad única para progresar espiritualmente, para descubrir la naturaleza de dios mediante el aprendizaje de sus “leyes de la salud”.
Florence se hizo célebre curando a enfermos y heridos durante la guerra de Crimea, y más allá de sus creencias religiosas implementó reformas sanitarias, organizacionales y humanitarias, que no sólo generó su respeto y cariño entre los británicos, sino además trascendieron como el conocimiento de la enfermería moderna.
La enfermera fue conocida popularmente por un retrato suyo que apareció en los diarios de entonces, en éste se le veía portando una lámpara mientras atendía a pacientes durante las noches. Por ello, se le conoció como “La mujer de la lámpara”.
A principios de los ochenta, el asteroide 1981ET3 fue detectado por primera vez, el cual fue renombrado posteriormente como “Florence” en honor a la enfermera de origen italiano. No obstante, lo único que tienen en común es “su ‘acercamiento’ con el ser humano”.
Este viernes el asteroide Florence pasará “cerca” de la Tierra, a 18 veces la distancia entre ésta y la Luna —alrededor de 7 millones de kilómetros—, medición que astronómicamente es una bala que pasará rozando el planeta. Pero no hay por qué preocuparse, puesto que no representa un riesgo.
Por otra parte, será una muy buena oportunidad para estudiar el objeto celeste, del cual se desconoce su tamaño y forma, señala Karina Cervantes, académica del Instituto de Geofísica de la UNAM; más aún si la roca no se acercará de nuevo sino hasta el 2500. “Después de este acercamiento podremos establecer su tamaño, que se estima entre cuatro y nueve kilómetros de diámetro”. Para darnos una idea de su magnitud, ejemplifica, el asteroide que acabó con los dinosaurios y dejó el cráter de Chixulub, en la península de Yucatán, medía alrededor de 10 kilómetros. La categoría informal del asteroide Florence es “asesino extinguidor de vida”. “Lejano” y peligroso, estaremos fuera de su alcance, aunque no observacional, se podrá ver incluso con pequeños telescopios en el cuadrante Piscis-Capricornio-Acuario, así como con teles­copios astronómicos terrestres e incluso radares. 
Los estudios que se realicen a partir de los análisis obtenidos en los próximos días también permitirán conocer su estructura, si se trata de un solo cuerpo, de dos, o si es uno reconstituido a partir de los restos de otros más. Este tipo de estudios se realizarán por la NASA con telescopios terrestres, pero también se podrán llevar a cabo con radares: éstos envían una señal con longitud de onda que permitirá medir su volumen, rotación, tamaño y forma, explicó la investigadora de la UNAM.
APOCALIPSIS. En conferencia, Cervantes y otros especialistas de la UNAM puntualizaron que estudiar este tipo de cuerpos celestes genera el conocimiento necesario para prevenir cuando un meteorito o asteroide (¡sí!) se encuentre en trayectoria de colisión con el planeta.
Cervantes refirió que existe un consenso entre la comunidad científica sobre la respuesta, real, que se debería de llevar a cabo en caso de una probable colisión. “Una es pintar el asteroide de un color reflectante y que sea empujado por el viento solar”. Otra idea es poner en órbita una nave-satélite que dé un empujón gravitatorio para sacar al asteroide de su trayectoria de choque”. En ambos casos, apuntó, serían planes por formularse con muchos años de antelación.
“Hasta ahora son ideas populares que han ganado terreno, pero afortunadamente no se han tenido que planear porque no hemos estado en riesgo, lo cual no significa que se mantendrá así”.
TAOS II. Florence, al igual que la mayoría de asteroides del vecindario planetario, proviene del Cinturón de asteroides —entre las órbitas de Marte y Júpiter—. Hasta ahora, se ha realizado un catálogo de los asteroides y cometas más grandes que podrían amenazar la vida en la Tierra. No obstante, hay otros objetos más pequeños, por debajo de 1 kilómetro, que muchas veces no son identificados cuando se acercan o incluso ingresan a la atmósfera terrestre, los cuales pueden causar daños importantes.
El ejemplo más significativo en años recientes fue el bólido de Cheliábinsk, en Rusia, que explotó antes de tocar tierra y generó una onda explosiva que hirió a decenas de personas, recordaron los investigadores de la UNAM. “No sabemos con exactitud la cantidad de estos objetos en el espacio y sólo los más grandes son fáciles de observar y prever”, señaló Marco Antonio Muñoz Gutiérrez, estudiante de posdoctorado del Instituto de Astronomía de la UNAM.
El académico refiere que para contrarrestar este escenario, hay proyectos de investigación como el TAOS II, el cual lleva a cabo la UNAM con el Instituto de Astrofísica de Taiwán y el Centro de Astrofísica de la Universidad de Harvard. El proyecto Censo Automatizado de Ocultaciones por objetos Transneptunianos medirá la distribución de tamaños de objetos pequeños, de alrededor de 1 kilómetro, entre ellos pequeños cometas y asteroides. “Censos grandes como los de TAOS II ayudarán a complementar este muestreo y así estar preparados ante un objeto peligroso”. La construcción del complejo, en el Observatorio Astronómico Nacional, en San Pedro Mártir, concluiría en verano de 2018.
Mientras tanto, este viernes la humanidad podrá decir hola y adiós al “asteroide de la veladora”, quien no regresará en siglos, aunque para éste será sólo un parpadeo astronómico. Pero no hay por qué estar tristes, ya vendrán más.