Políticos de todos los colores y
funcionarios públicos, andan haciendo caravana con sombrero ajeno, asumiendo
poses de buenos samaritanos. En realidad, solo son un conducto facilitador,
aunque habría que abonarles, que por primera vez, al menos invierten su tiempo
y recursos públicos en un beneficio común.
A quienes mantienen en el anonimato
es a los agricultores, para ellos no hay un reconocimiento ni ahora ni antes.
Solidarios brindan de buena gana gran parte de sus cultivos, sin importarles
que los políticos se paren el cuello; nobles de sentimientos, la gente del
campo se queda con la satisfacción de contribuir con la autoridad y la
comunidad.
0jalá y pasada la contingencia, los
políticos que hicieron caravana con los productos del campo, se tomen un tiempo
para considerar lo que cuesta hacer producir la tierra, el disel, la energía
eléctrica, el agua y toda clase de insumos como de recursos humanos, amén de
los impuestos.
A los agricultores nadie les regala
nada, ni han merecido un discurso de esos políticos que ahora los buscan con
tanto afán y labia de por medio.
Con todo, ojalá y de veras
reflexionen sobre la importancia que revisten los productores del campo,
actividad que la han visto con desdén quienes han estado en la administración
pública o legislativa.